domingo, 7 de febrero de 2016

LA DEPRESIÓN EN LA ADOLESCENCIA

La depresión es mucho más que encontrarse triste. Aunque la mayoría de nosotros/as experimentamos tristeza de vez en cuando, en algunas personas estos sentimientos no desaparecen y se acompañan de otros síntomas que provocan malestar o dificultades para desarrollar su vida cotidiana: interfieren en su capacidad para pensar, aprender y desarrollarse social y académicamente. Estas personas pueden tener una enfermedad denominada depresión .
Los síntomas de la depresión pueden variar de un niño a otro, pero fundamentalmente hay que estar atentos a estos:
  • Ánimo bajo, sentirse triste la mayor parte del tiempo.
  • Pérdida de interés por acciones con las que disfrutaba, como hacer sus actividades preferidas o no querer estar con sus amigos, prefiriendo estar solo y aburrido.
  • Irritabilidad, ganas de llorar sin motivo aparente, pérdida de energía o cansancio excesivo.
  • Problemas de sueño: tener problemas para quedarse dormido por las noches o no querer levantarse por las mañanas.
  •  Aumento o disminución brusca del apetito.
  • Dificultad para concentrarse o problemas de memoria que afectan al rendimiento escolar.
  • Sentimientos de inutilidad o culpa, pensamientos negativos, excesivas críticas hacia uno mismo o incluso pensamientos suicidas.
  • Síntomas físicos como dolores de cabeza, palpitaciones cardíacas o molestias abdominales.
  • Preocupaciones constantes, miedos infundados y cuadros de ansiedad.
  • ¡Ojo, que muchos niños/adolescentes con depresión van a negar encontrarse tristes o ni siquiera son conscientes de su tristeza!
Diferentes sucesos pueden actuar como desencadenantes de una depresión, aunque ésta también puede aparecer sin causa alguna aparente.
Sin embargo, algunas circunstancias que aumentan el riesgo de depresión son:
  • Problemas escolares continuos.
  • Depresión en los padres.
  • Experiencias de pérdidas o estrés, fallecimiento de seres queridos, soledad, cambios fuertes en el estilo de vida o problemas en las relaciones interpersonales.
  • Situaciones conflictivas en el entorno (centro escolar, familia).
  • Haber sufrido traumas físicos o psicológicos: acoso, abusos, negligencia en el cuidado.
  • Enfermedades físicas graves o problemas crónicos de salud.
  • Abuso de alcohol o consumo de drogas.
¡Tenemos que estar atentos al estado emocional de nuestros hijos/as!
Experiencias positivas y relaciones cercanas con familia, amigos y compañeros suelen ayudar a prevenir la depresión.
Por supuesto, ante la sospecha hay que consultar inmediatamente al médico quien nos dirá si nuestro hijo/a sufre depresión o no y, en su caso, el tratamiento más adecuado para él/ella.
No obstante, las siguientes "recomendaciones" han probado su eficacia en estos casos:
- Planificar el día. Cuando uno experimenta sentimientos de tristeza o depresión, puede ser realmente difícil ponerse en marcha para hacer cualquier cosa. Sin embargo, cuanto más activo se esté, mayor probabilidad de sentirse mejor:
  • Se puede hacer un listado con las actividades que hay que hacer cada día (por supuesto este listado hay que hacerlo con él/ella) y ponerlo en algún sitio que esté a su vista.
  • Al principio no hay que ser muy exigente.
  • Es muy importante que haga una actividad gratificante al menos una vez al día.
  • Hacer alguna actividad física cada día (aunque sólo sea pasear).
  • Hacer algo con alguna persona, mejor que solo/a.
  • Si se incumple algún punto del plan, pasar al siguiente.
  • Ayudarle a ser consciente de cómo varía su estado de ánimo en función de sus progresos y animarle a compartir este hecho con los demás.
- Manejo del estrés. Si los problemas parecen asfixiarle hay que animarle a que hable de ellos, es bueno considerarlos de uno en uno e ir buscando soluciones progresivamente:
  • Los niños y adolescente también necesitan tiempo para ellos mismos y para poder disfrutar con las pequeñas cosas.
  • A veces, nuestros hijos viven bajo mucha presión y en continuo estrés, hay que saber parar. Lo primero es la salud.
  • Promover que no sean demasiado severos consigo mismos, ya que las personalidades demasiado autoexigentes o perfeccionistas tienen más riesgos de sufrir depresiones.
- Actividad física. Una rutina regular de ejercicio enérgico es ideal, pero cualquier actividad física es mejor que ninguna:
  • Muy importante que cada día respire aire fresco y consuma luz natural, si es a través de alguna actividad física mejor.
  • Es posible que una actividad dirigida en grupo le motive más y ayude a su cumplimiento.
- Rutinas de sueño. Son un factor imprescincible:
  • Mantener rutinas en los horarios de sueño ayuda a mejorar este hábito.
  • Realizar algo relajante antes de ir a la cama como un baño caliente o leer un libro. Evitar usar móviles, tablets o videojuegos, durante al menos una hora antes ya que son altamente excitantes.
  • Las siestas y dormir durante el día pueden agravar el problema.
  • Evitar o reducir excitantes (Coca-Cola, café, etc) especialmente durante la tarde.
  • Si no puede dormir no debe ponerse a chatear o a jugar con maquinitas.
  • Que no se duerma en el sofá viendo la t.v
- Por último, hay que informar a nuestros hijos que el abuso del alcohol o el consumo de drogas pueden generar o empeorar una depresión:
  • Educar para pedir ayuda ante los problemas, en contra de tomar alcohol o drogas para escapar de ellos. El diálogo y la comunicación en la familia son factores de protección en este sentido.
  • Saber que existen dispositivos sanitarios especializados en el tratamiento de estos problemas si fuera necesario.
Hasta aquí por hoy. Espero que os haya resultado interesante.
Os dejo algunos enlaces de artículos relacionados:

- LA ADOLESCENCIA

- LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS Y SUS RIESGOS EN LOS JÓVENES





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