En el intervalo de edad de los 6 a los 12 años podemos distinguir dos momentos evolutivos muy diferenciados:
De los 6 a los 9:
es una etapa de cambios continuos, a esta edad comienzan a comprender de forma definitiva que los pensamientos y sentimientos de los otros son distintos a los suyos y que no son el centro del universo. En este momento, los padres son todavía, casi de forma exclusiva, el único referente emocional.
De los 9 a los 12 años: los niños aprenden conocimientos sobre sí mismos que permanecerán con ellos casi toda la vida: como el sentido de la propia eficacia, la pertenencia al grupo, la responsabilidad y el concepto de sí mismos.
Sentido de la eficacia: lo desarrollan a medida que se enfrentan a nuevas tareas y responsabilidades. Por este motivo, las familias tenemos la misión fundamental de educar en la perseverancia y el valor del esfuerzo (dando valor real al esfuerzo y no sólo al resultado). Esta exigencia debe ir acompañada de afecto y reconocimiento de los éxitos (es muy importante que los niños tengan experiencias variadas de éxito). Tanto el exceso de exigencia como el de sobreprotección causan el efecto de inseguridad y baja autoestima.