domingo, 14 de febrero de 2016

LA ANSIEDAD

Debemos recordar que los niños/as no tienen la misma visión de la vida que los adultos.
Ellos/as están descubriendo el mundo y se enfrentan cada día a situaciones nuevas que, en  muchas ocasiones, les producen inseguridad y preocupaciones.
También están descubriendo el mundo de las emociones y aprender a controlarlas no es nada fácil.
La ansiedad es un mecanismo que todos tenemos para sobrevivir al peligro inminente y que pone en marcha una respuesta adaptativa "de huida o de defensa". Es un síntoma normal, que nos salva la vida cada día (por ejemplo: si estamos cruzando una carretera y oímos un claxon se producirá este proceso: el estímulo dispara la ansiedad que pone en marcha una respuesta rápida e inconsciente de huida y que hace que nos apartemos), lo que pasa es que si la rutas de este mecanismo se hacen demasiado sensibles nos encontramos con un trastorno que deja de ser adaptativo y que nos impide llevar una vida normal.

De hecho, aprender a reconocer los peligros correctamente y a interpretarlos es una parte importante del desarrollo.
La mayoría de los niños crecen aprendiendo a manejar los problemas del día a día de forma adecuada y con seguridad. Pero, ocasionalmente, estos miedos son tan intensos que afectan a sus tareas diarias.
En niños pequeños es muy común desarrollar ciertos miedos y fobias que con apoyo y motivación aprenden a superarse sin problemas.
Pero, actualmente, me encuentro con muchos niños y jóvenes que se sienten ansiosos la mayoría del tiempo y no me extraña!! Las presiones en la escuela, expectativas desajustadas, altos niveles de exigencia por parte de la familia o de los propios niños, crisis familiares u horarios sobrecargados.
En definitiva, el ritmo de vida actual promueve, desde mi punto de vista, que los niños sientan, a menudo, grandes presiones para enfrentarse a su día a día.

CÓMO PODEMOS AYUDARLES
  1. Procurar espacios de comunicación donde los niños nos cuenten qué les preocupa, preguntándoles y escuchándoles (como os dije la semana pasada debemos estar pendientes del estado emocional de nuestros hijos), para detectar la causa por la que pueden estar nerviosos o preocupados.
  2. Intentar explicarles que les está sucediendo, desmontar su pensamientos si es que son irracionales, con explicaciones lógicas, escucharles, comprenderles (aunque a nosotros nos parezcan tonterías sus sentimientos son reales) darles seguridad, apoyo, ayudarles a poner nombre a sus sensaciones y a normalizarlas (no os imagináis cuántas preocupaciones desaparecen de un plumazo después de una buena conversación con los hijos).
  3. Por supuesto, si el tema se vuelve serio hay que consultar con un profesional.
FACTORES DE PROTECCIÓN
  • Promover espacios de relaciones sociales: los niños deben estar con niños. Hacer amigos es un factor importante de protección, potencia su red social, aumenta su autoestima y seguridad en sí mismos, practican y aprenden habilidades sociales y conviven en un ambiente donde no todo gira en torno a ellos.
  • Realizar actividades físicas ayuda a mejorar el estado de ánimo y les da la oportunidad de hacer amigos fuera de la clase o de la escuela.
  • Las actividades al aire libre son siempre muy positivas, si puede ser en compañía de más niños mejor.
  • Alimentación equilibrada: comer sano hace que nos sintamos bien. Con una buena alimentación tendrán energía para enfrentarse a los retos diarios.
  • Un buen descanso nocturno: imprescindible para sentirse bien, estar contentos, relajados y aliviar una mente preocupada. Y una vez más os digo: "un niño que no duerme bien no es un niño cansado, es un niño ansioso"
  • Actividades extraescolares controladas: un exceso de las mismas hace que estén cansados, con estrés o presionados. Importante que sean actividades gratificantes para ellos.
  • Disfrutar de tiempo de ocio ajustado a su edad y a sus obligaciones. Tan perjudicial puede resultar el exceso de ocio no planificado como la ausencia de tiempo libre. Pero, una cosa si es segura: ¡Los niños tienen que jugar para crecer sanos!
  • Tener una rutina familiar les ayuda a aprender y les da seguridad pudiendo predecir y controlar aspectos de su propio ambiente. Ayuda mucho anticiparles cualquier actividad o situación nueva y darles un espacio para aclarar cualquier duda o preocupación.
  • Fomentar su autonomía: que vayan tomando sus propias decisiones (adecuadas a su edad) y enriqueciéndose de experiencias, aunque éstas sean negativas o equivocadas, son necesarias para un buen aprendizaje.
  • Evitar tanto un ambiente excesivamente exigente (notas, comportamiento, horario) como sobreprotector. Mi experiencia me dice que tanto de uno como de otro salen niños inseguros.
  • Intentemos que los cambios bruscos (cambio de ciudad, divorcio, pérdida de un familiar, etc) no tengan tanto impacto negativo, manteniendo, en la medida de lo posible, las rutinas diarias, y con mucho afecto y comunicación.
  • Para terminar, estemos alerta a sus quejas y comportamientos, los niños cuentan  muchas cosas, hay que saber escucharles y leer entre líneas.
Un saludo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por participar en esta página