Debemos recordar que los niños/as no tienen la misma visión de la vida que los adultos.
Ellos/as están descubriendo el mundo y se enfrentan cada día a situaciones nuevas que, en muchas ocasiones, les producen inseguridad y preocupaciones.
También están descubriendo el mundo de las emociones y aprender a controlarlas no es nada fácil.
La ansiedad es un mecanismo que todos tenemos para sobrevivir al peligro inminente y que pone en marcha una respuesta adaptativa "de huida o de defensa". Es un síntoma normal, que nos salva la vida cada día (por ejemplo: si estamos cruzando una carretera y oímos un claxon se producirá este proceso: el estímulo dispara la ansiedad que pone en marcha una respuesta rápida e inconsciente de huida y que hace que nos apartemos), lo que pasa es que si la rutas de este mecanismo se hacen demasiado sensibles nos encontramos con un trastorno que deja de ser adaptativo y que nos impide llevar una vida normal.
De hecho, aprender a reconocer los peligros correctamente y a interpretarlos es una parte importante del desarrollo.
La mayoría de los niños crecen aprendiendo a manejar los problemas del día a día de forma adecuada y con seguridad. Pero, ocasionalmente, estos miedos son tan intensos que afectan a sus tareas diarias.
En niños pequeños es muy común desarrollar ciertos miedos y fobias que con apoyo y motivación aprenden a superarse sin problemas.
Pero, actualmente, me encuentro con muchos niños y jóvenes que se sienten ansiosos la mayoría del tiempo y no me extraña!! Las presiones en la escuela, expectativas desajustadas, altos niveles de exigencia por parte de la familia o de los propios niños, crisis familiares u horarios sobrecargados.
En definitiva, el ritmo de vida actual promueve, desde mi punto de vista, que los niños sientan, a menudo, grandes presiones para enfrentarse a su día a día.
CÓMO PODEMOS AYUDARLES
- Procurar espacios de comunicación donde los niños nos cuenten qué les preocupa, preguntándoles y escuchándoles (como os dije la semana pasada debemos estar pendientes del estado emocional de nuestros hijos), para detectar la causa por la que pueden estar nerviosos o preocupados.
- Intentar explicarles que les está sucediendo, desmontar su pensamientos si es que son irracionales, con explicaciones lógicas, escucharles, comprenderles (aunque a nosotros nos parezcan tonterías sus sentimientos son reales) darles seguridad, apoyo, ayudarles a poner nombre a sus sensaciones y a normalizarlas (no os imagináis cuántas preocupaciones desaparecen de un plumazo después de una buena conversación con los hijos).
- Por supuesto, si el tema se vuelve serio hay que consultar con un profesional.
FACTORES DE PROTECCIÓN
- Promover espacios de relaciones sociales: los niños deben estar con niños. Hacer amigos es un factor importante de protección, potencia su red social, aumenta su autoestima y seguridad en sí mismos, practican y aprenden habilidades sociales y conviven en un ambiente donde no todo gira en torno a ellos.
- Realizar actividades físicas ayuda a mejorar el estado de ánimo y les da la oportunidad de hacer amigos fuera de la clase o de la escuela.
- Las actividades al aire libre son siempre muy positivas, si puede ser en compañía de más niños mejor.
- Alimentación equilibrada: comer sano hace que nos sintamos bien. Con una buena alimentación tendrán energía para enfrentarse a los retos diarios.
- Un buen descanso nocturno: imprescindible para sentirse bien, estar contentos, relajados y aliviar una mente preocupada. Y una vez más os digo: "un niño que no duerme bien no es un niño cansado, es un niño ansioso"
- Actividades extraescolares controladas: un exceso de las mismas hace que estén cansados, con estrés o presionados. Importante que sean actividades gratificantes para ellos.
- Disfrutar de tiempo de ocio ajustado a su edad y a sus obligaciones. Tan perjudicial puede resultar el exceso de ocio no planificado como la ausencia de tiempo libre. Pero, una cosa si es segura: ¡Los niños tienen que jugar para crecer sanos!
- Tener una rutina familiar les ayuda a aprender y les da seguridad pudiendo predecir y controlar aspectos de su propio ambiente. Ayuda mucho anticiparles cualquier actividad o situación nueva y darles un espacio para aclarar cualquier duda o preocupación.
- Fomentar su autonomía: que vayan tomando sus propias decisiones (adecuadas a su edad) y enriqueciéndose de experiencias, aunque éstas sean negativas o equivocadas, son necesarias para un buen aprendizaje.
- Evitar tanto un ambiente excesivamente exigente (notas, comportamiento, horario) como sobreprotector. Mi experiencia me dice que tanto de uno como de otro salen niños inseguros.
- Intentemos que los cambios bruscos (cambio de ciudad, divorcio, pérdida de un familiar, etc) no tengan tanto impacto negativo, manteniendo, en la medida de lo posible, las rutinas diarias, y con mucho afecto y comunicación.
- Para terminar, estemos alerta a sus quejas y comportamientos, los niños cuentan muchas cosas, hay que saber escucharles y leer entre líneas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por participar en esta página