domingo, 21 de febrero de 2016

LOS CONFLICTOS EN LA FAMILIA

Las relaciones afectivas aportan seguridad y mejoran nuestra calidad de vida, pero también derivan en problemas cuando hay distintos intereses o puntos de vista. Estos conflictos pueden ser muy dolorosos y difíciles de afrontar por las emociones negativas intensas que generan.
En estas situaciones la mayoría de los adultos sabemos que hay que buscar diferentes estrategias (escuchar, expresarnos, dialogar, etc) para tratar de buscar una solución pacífica.
Los conflictos con los seres más próximos son pruebas que nos ayudan a conocernos mejor a nosotros mismos y a las personas de nuestra familia.
Si conseguimos solucionarlos de una manera no violenta, estrecharemos los lazos que nos unen a ella, ya que indica que el amor está por encima del egoísmo, los malos entendidos y el orgullo.
Todos los implicados deben de asumir su parte de responsabilidad en el problema y tener deseo de resolverlo, porque si algún miembro no tiene interés o sus emociones le impiden buscar una solución no será posible conciliar posturas.
También es necesario saber cuándo es el momento idóneo para intervenir porque si estamos muy enfadados o tensos, probablemente no  será muy útil hablar en ese momento, ya que puede que nuestro malestar aumente y se bloquee la comunicación.
Solucionar problemas es un ejercicio de autocrítica que requiere poner en marcha estrategias de comunicación como la escucha activa (tratar de entender lo que el otro quiere decirte aunque no compartas su opinión) y empatía (ponerte en su lugar).

Mantener un clima de respeto y cordialidad y evitar a toda costa caer en el insulto, el reproche o las amenazas, ya que esto hace que se extremen las posturas de las personas enfrentadas y se cree un clima muy desfavorable.
Negociar: hay que buscar soluciones al problema y seguramente todos los implicados tengan que ceder algo y asumir compromisos.
Reaccionar de manera violenta es la vía más rápida y fácil, pero no es la única posible si contamos con alternativas o herramientas para manejar la frustración que experimentamos ante los problemas y buscamos soluciones eficaces para resolverlos.
Cuando hay un conflicto nuestros sentimientos no difieren mucho de el de los niños y/o adolescentes salvo en que nosotros sabemos o deberíamos saber dónde está el límite. Los adultos, normalmente, disponemos de herramientas para manejar la humillación, la rabia, la tristeza y el dolor gracias a las experiencias que hemos tenido a lo largo de nuestra vida. Sin embargo los niños, por norma general, no han tenido tiempo para desarrollar tantas estrategias y les estaremos inculcando que la violencia es una buena manera de solucionar las cosas.
"Es totalmente incoherente intentar enseñar a no pegar, pegando un cachete". "A no gritar, gritando". "A respetar amenazando." "Somos modelos de conducta". "Nuestros hijos aprenden lo que nos ven hacer no lo que les decimos que tienen que hacer".
Hoy en día está demostrado científicamente que tenemos memoria emocional, ubicada en la amígdala del cerebro. Sabemos que las experiencias de las emociones vividas generan asociaciones, huellas o memorias implícitas de gran carga emocional.
Tal vez a lo largo de nuestra infancia hayamos recibido mucho amor, y es posible que también algún cachete, amenaza o incluso insulto por parte de nuestros padres, y esto no nos parezca algo traumático.
Pero no debemos asumir como normal la asociación "amor y violencia". "Siempre podemos hacerlo mejor", y más aprovechando el conocimiento recopilado estas últimas décadas sobre los modelos efectivos de crianza.
Espero que os haya parecido interesante. Un saludo.

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