domingo, 24 de abril de 2016

MUTISMO SELECTIVO

El mutismo selectivo es un trastorno de la conducta que se inicia en la infancia y que se caracteriza por la dificultad del niño para interactuar verbalmente con determinadas personas y en determinadas situaciones. El problema surge, principalmente, cuando el niño se incorpora al colegio en la etapa de infantil, es decir, cuando el niño tiene que comunicarse verbalmente en entornos y situaciones sociales poco familiares y/o con personas poco conocidas.
Esta definición indica que estos niños tienen una buena competencia lingüística, adecuada a su edad, que manifiestan en su entorno habitual próximo, pero no en otros ambientes o con personas menos conocidas.
La característica esencial del mutismo selectivo es, por lo tanto, la inhibición persistente del habla en situaciones sociales específicas.
Muchos de los niños y niñas con mutismo selectivo presentan rasgos característicos de personalidad como timidez, retraimiento social, dependencia, perfeccionismo, etc. Estas características personales, además, suelen ayudar a consolidar el problema.
Hay ocasiones en que este trastorno remite de manera espontánea, pero si persiste durante años y no se interviene con un profesional podría dar como resultado niveles altos de sufrimiento por parte del niño e importantes problemas de adaptación al entorno.
A veces, las familias de niños con mutismo selectivo manifiestan ansiedad y preocupación excesiva, lo que hace que incremente la ansiedad y el bloqueo del niño.
Las medidas adecuadas a tomar son aquellas encaminadas a favorecer el desarrollo sociopersonal del niño y a estimular el habla en las diversas situaciones de interacción verbal con otros.

domingo, 17 de abril de 2016

EL NIÑO SORDO

Hay niños  que nunca parecen oír a la primera. Sus padres se desesperan porque, aunque al final obedecen, tienen que repetirles las órdenes muchas veces para que las cumplan.
El proceso que se da suele ser el siguiente: Uno de los padres da la orden (recoge tu ropa, recoge tus juguetes, etc); el niño no contesta y sigue con lo que estaba haciendo; el adulto repite la instrucción en voz más alta, con tono más imperativo, exigente y amenazándole con algún castigo.
Es posible, que a estas alturas el niño reaccione y emita un tenue "si" o "ya voy", pero el adulto ya enfadado, probablemente, le siga chillando incluso, durante varios segundos después de realizar la orden.
Si analizamos este comportamiento, en términos de conductas aprendidas, nos daremos cuenta de que: el niño, posiblemente, estuviera realizando una conducta placentera para él (ver la t.v., jugar, etc) cuando el adulto le pide que realice una actividad que no le gusta y que además, es incompatible con la anterior, ambas no se pueden llevar a cabo a la vez.
Evidentemente, el niño prefiere seguir con la actividad agradable en vez de realizar la que no le apetece, por lo que decide ignorar las órdenes.
A su vez, el adulto al utilizar un tono más imperativo y amenazador lo que está haciendo, generalmente,  es favorecer  más las conductas de oposición e ignorancia.
La presencia inminente de un castigo suele ser lo que, finalmente, lleva al niño a cumplir la tarea encomendada.

domingo, 10 de abril de 2016

EL AMIGO IMAGINARIO

Aproximadamente, uno de cada diez niños crean amigos imaginarios en algún momento de su vida. Estos pueden ser personas, objetos o animales, con los que juega, habla, discute, etc.

Estos amigos suelen ser del mismo sexo, poseen nombre propio y unas características físicas y personales muy concretas que son fruto de la imaginación del niño.

Suelen aparecer alrededor de los tres años, la edad mágica, donde se pone en marcha todo lo simbólico, tanto a nivel de inteligencia, como de lenguaje y juego y desaparecer sobre los seis, la edad de la razón.

Cumplen diferentes funciones: protegerles, cargar con las culpas, ser el amigo fiel que les hace compañía o el que les dice cómo comportarse.

Muchas familias se incomodan, desconciertan o asustan ante la presencia de un amigo imaginario, pero no hay por qué alarmarse.
El que un niño juegue con su amigo imaginario, por norma general, no es síntoma de trastorno mental, ni de estrés emocional, sino de fantasía y capacidad creativa, lo cual, en principio, es positivo.
Este fenómeno se da más habitualmente en hijos únicos, primogénitos o niños que pasan la mayoría del tiempo entre adultos. También, se ha relacionado con niños especialmente sensibles.