domingo, 6 de diciembre de 2015

LA RESPONSABILIDAD

La responsabilidad es la capacidad para optar entre diferentes decisiones, reconociendo y asumiendo las consecuencias de nuestros actos.
 
Una de las tareas más importantes dentro de la educación de nuestros hijos/as es enseñarles a ser responsables. Algo que debemos empezar a trabajar desde que son pequeños.
 
Las familias debemos guiarlos, orientarlos, prepararles para amortiguar los fracasos y felicitarles por los éxitos.
 
Este proceso se va desarrollando poco a poco y hay que ir adecuándolo a la edad y a la capacidad. El sentido de la responsabilidad se adquiere de una manera consciente entre los siete y diez años de edad (Ver artículo relacionado: Características evolutivas de los 6 a los 12 años).  

MEDIDAS PARA FOMENTAR LA RESPONSABILIDAD
 
Establecer normas y límites: nada desconcierta más a los niños que la ausencia de límites. Los niños necesitan sentirse libres y autónomos dentro de unas normas y reglas. Poner límites es una demostración de amor y responsabilidad. (Ver artículo relacionado: Límites y consecuencias. No castigos).
 
Entrenarles en las tomas de decisiones desde pequeños: aunque las reglas las ponemos los adultos, incluso cuando son muy pequeños, siempre podemos ofrecerles un par de opciones ("quieres ponerte este pantalón o este otro", "hoy toca merendar fruta: quieres naranja o pera").
 
Ser claros a la hora de expresar lo que queremos de ellos: no podemos esperar que adivinen nuestros pensamientos, aunque a nosotros nos parezcan obvios (Ver artículo relacionado: Dar órdenes de manera eficaz).
 
Enseñarles a valerse por sí mismos: a medida que se enfrentan a nuevas situaciones o  tareas y comprueban que son capaces de realizarlas o resolverlas empiezan a confiar en ellos mismos y a asumir sus responsabilidades. Si no les dejamos desempeñar nada por su cuenta, asumirán que se les creen inútiles e incapaces y además dejarán de intentarlo.
 
Todos tenemos derecho a equivocarnos: a veces, por miedo a que sufran o fracasen no les dejamos hacer las cosas a su manera. Para madurar es necesario que exploren posibilidades, que a veces se equivoquen y que aprendan por ellos mismos que de los fracasos también se aprende.
 
Establecerles tareas desde pequeñitos: a partir de los dos años ya son capaces de desempeñar responsabilidades. Tirar su pañal a la basura, recoger sus juguetes, más adelante poner o quitar la mesa, ponerse el pijama, doblar su ropa, etc. Dotarles de responsabilidades (en su justa medida) les hace pensar que son valiosos e importantes. Tener éxito en estas actividades suele llenarles de satisfacción y orgullo.
 
Marcarles bien las rutinas: a riesgo de ser pesada, vuelvo a insistir en este tema. Les facilita mucho el aprendizaje y les da seguridad, sobre todo a los más pequeños. A los que no son tan pequeños, les ayudamos también en la gestión del tiempo. No es lo mismo verano que invierno, entre semana que el fin de semana, etc.
 
Y para terminar: Tener la seguridad de que pueden contar con su familia cuando lo necesiten les hará tener más confianza para explorar su mundo.
 
Un saludo.

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