domingo, 13 de diciembre de 2015

ENSEÑAR HABILIDADES SOCIALES

Las habilidades sociales son un conjunto de conductas y destrezas específicas que nos permiten relacionarnos con los demás, del modo más adecuado y mutuamente beneficioso, dependiendo de cada situación.
 Las habilidades sociales no son rasgos de personalidad, sino un conjunto de comportamientos complejos adquiridos y aprendidos que se ponen en juego en la interacción con las personas.
Es de vital importancia empezar el entrenamiento desde edades tempranas, para que los niños y niñas puedan desarrollar conductas sociales competentes. Estas conductas pueden ser aprendidas, y por tanto, pueden y deben ser enseñadas.
Las personas tenemos que aprender a relacionarnos para vivir de forma satisfactoria con los demás. Los estudios nos dicen que los niños con más habilidades sociales se desenvuelven mejor en el ámbito escolar, social, emocional y que interactúan de forma más positiva con su entorno. Por tanto, la competencia social es imprescindible en su desarrollo, tanto presente como futuro.
Algunas de las habilidades básicas que los niños entre los 5 y 10 años deben poner en práctica en su vida diaria son, por ejemplo: mirar a los ojos de las personas cuando se está hablando con ellas, utilizar un volumen de voz adecuado a las diferentes situaciones, saludar al entrar a un lugar y despedirse al abandonarlo, pedir las cosas por favor, dar las gracias y disculparse cuando ha hecho algo que no está bien, expresar lo que se siente respetando a los demás, etc.

ESTRATEGIAS PARA ENSEÑAR HABILIDADES SOCIALES
Las técnicas  más comunes y eficaces para enseñar conductas de interacción social son las siguientes:
Refuerzo positivo: en muchas ocasiones, los niños sienten que no reciben la suficiente atención cuando se portan adecuadamente o realizan bien las actividades. Entonces, prueban a realizar conductas desapropiadas y la mayoría de las veces descubren que reciben mucha más atención en estos casos que cuando hacen las cosas bien.
El principio del refuerzo se basa en que si el niño al realizar una conducta recibe una respuesta de especial atención, es mucho más probable que la ponga en práctica más veces y que la incorpore a su repertorio habitual.
Debe fijarse sólo en lo positivo de la conducta y para aplicarlo correctamente se debería hacer de la siguiente manera:
  • Explicar de manera muy clara la conducta que se espera de él o ella.
  • Utilizar reforzadores naturales como la alabanza, prestar atención o caricias y abrazos. Por ejemplo, si se le manda recoger los juguetes y lo hace, le podemos decir: ¡qué bien y qué rápido has recogido todo. Tu habitación ha quedado preciosa!
  • Se debe reforzar siempre, inmediatamente después de que aparezca la conducta deseada. Por ejemplo: si un niño ayuda a su hermano aunque nadie se lo haya pedido, los padres le pueden decir al verlo: ¡me encanta ver cómo os ayudáis el uno al otro! ¿por qué no lo hacéis siempre así?
Modelado: es una de las técnicas más eficaces y consiste en que las personas que se encuentran más cerca del niño (padres, abuelos, hermanos, maestros,) demuestren con sus actitudes como se ponen en práctica dichas habilidades en la vida diaria.
Si queréis que vuestros hijos aprendan una determinada habilidad, tienen que comprobar que vosotros siempre la practicáis. Es decir, no podéis pretender que los niños os hablen mirándoos a los ojos, si vosotros les habláis a gritos desde la cocina, o si intentáis que no interrumpa vuestras conversaciones, no interrumpáis nunca las suyas.
¡Vosotros sois los modelos más importantes para vuestros hijos! y su referente principal cuando son pequeños. Si tenéis que modificar algo en vuestra conducta para motivarles y estimular su aprendizaje, quizá haya llegado el momento.
Practicar rutinas: actualmente, es incuestionable la necesidad que tienen los niños de tener unas normas claras y útiles que organicen su vida diaria y que les ayuden a saber lo que tienen que hacer en cada momento.
Establecer un orden proporciona a los niños la posibilidad de predecir, con cierta seguridad, lo que tienen que hacer en determinados momentos del día. Las rutinas ayudan a reducir el estrés y los conflictos y si están bien planteadas y son funcionales suelen ser fuente de satisfacción y de orgullo.
Espero que os haya resultado interesante.
Un saludo.

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